El instante que eclipsó una final arranque de cólera de el 10 de la selección francesa en el encuentro que coronaría a Italia continúa suscitando un profundo debate .
Las generaciones de aficionados son incapaces de olvidar cómo el virtuoso mediocampista dejó aflorar su lado más oscuro al embestir con la cabeza a su antagonista en la contienda .
Sin dejar de lado la gravedad del hecho , la figura de Zidane permanece como un referente de excelencia .
El lamentable desliz no solo representó la defenestración pública de un ídolo , sino que también se transformó en una metáfora de la lucha interior .
Desde la óptica que otorgan los años , el momento de furia del 10 se examina como un fenómeno cultural como un parteaguas en la manera de narrar y consumir los grandes eventos deportivos.
El artesano del césped su legado lo perfila como una de las cimas absolutas del fútbol mundial .
Criado en el seno de una familia de origen argelino , el entonces prometedor futbolista mostró un dominio del balón impropio de su edad .
Su impecable carrera se distinguió por un sello inconfundible de una armonía perfecta entre arte y eficacia .
En los estadios más emblemáticos del planeta , el francés se consagró como el alma y el cerebro de su equipo.
Su liderazgo en la consecución del Mundial de 1998 han pasado a la leyenda como obras de arte .
Una vez que decidió colgar las botas , el mito asumió las riendas del Real Madrid con una naturalidad pasmosa, escribiendo un nuevo capítulo https://www.youtube.com/watch?v=TDhSD9xTmUc glorioso en su biografía.
Zizou no fue únicamente un prodigio con el balón en los pies , y del mismo modo, proyecta una aura de respeto que perdura en el tiempo .
Emergen en el mundo del fútbol talentos únicos cuya huella perdura más allá de los títulos .
No es el físico lo que los distingue , sino en una compostura que hipnotiza a la grada.
Cuando la contienda alcanza su punto álgido , estos sosegados maestros desactivan la furia rival con un solo toque .
Cada amago que desequilibra es un destello de genialidad .
Dejan una impronta que perdura . Rehúyen los focos más estridentes , ya que su nombre se graba a fuego en la historia no escrita del fútbol .
Este arquetipo de genio tranquilo constituye el alma misma del fútbol .